Te vestiste de blanco radiante para colocar a tu rey en la custodia santa.
Luminosa frente a los hermanos reunidos, tanto que hacías doler.
La cabeza semi inclinada, la eterna sonrisa casi anunciada y tus manos curtidas
obraron el preciso prodigio.
Lo entronizaste en medio de los cuerpos suplicantes
en este mundo ancho y ajeno.
jueves, 10 de julio de 2014
Dos manos juntas
Dos manos juntas no construyen nada.
Solo son dos.Uno solo y otro solo.
Si se atan dos corazones, soledades se quitan, muros se derrumban.
Y el polvo se levanta en cualquier sótano.
Solo son dos.Uno solo y otro solo.
Si se atan dos corazones, soledades se quitan, muros se derrumban.
Y el polvo se levanta en cualquier sótano.
No me preguntes cuándo contestará monseñor
Las hojas ruinosas del tilo llegan hasta la puerta de mi cocina.
La niebla de la mañana empaña los vidrios de los cuartos ahora vacíos.
La noche desapacible con más anticipación se presenta.
La espera marchita los rostros ya ajados. El viento con ganas de ser feliz sigue de largo.
Nosotros no viajamos.
Barremos igual que todos los días.
Somos prescindibles.
Sobrevivientes. Legionarias desechables.
Vendrán tiempos mejores.
No hay problema.
Nos quitarán este corazón de piedra
y nos pondrán uno de carne
para esperar la respuesta.
La niebla de la mañana empaña los vidrios de los cuartos ahora vacíos.
La noche desapacible con más anticipación se presenta.
La espera marchita los rostros ya ajados. El viento con ganas de ser feliz sigue de largo.
Nosotros no viajamos.
Barremos igual que todos los días.
Somos prescindibles.
Sobrevivientes. Legionarias desechables.
Vendrán tiempos mejores.
No hay problema.
Nos quitarán este corazón de piedra
y nos pondrán uno de carne
para esperar la respuesta.
Lejano río amado
A veces, muy de vez en cuando, sueño maravillada que él planta su corazón dentro del mío y como un árbol reverdecido brilla allí. El sendero está cubierto de flores, una luce en mi cabeza y la llevo de un lugar a otro, solo por esparcir su fragancia azul en el claro espejo de la mañana. La tierra está regada de clavelinas, pero yo cuido una rosa en la vereda fina que desciende hacia el río.
A la suerte de la aguja
A hora y a deshora
no sé para qué
siempre llegando tarde
a la otra cara, el otro lado,
andando por este páramo en fuga y en caída
y este fuego que arde
solo con el aire
con el aire.
¡Ay, ser entera de este mundo,
ay, estarme amando
y basta.
no sé para qué
siempre llegando tarde
a la otra cara, el otro lado,
andando por este páramo en fuga y en caída
y este fuego que arde
solo con el aire
con el aire.
¡Ay, ser entera de este mundo,
ay, estarme amando
y basta.
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