Durante aquella jornada de perfeccionamiento docente- antes había entregado mandalas a varios alumnos a modo de saludo final, fraternos papeles, dibujos para entretener el corazón y no romperse en el adiós-en la que se presentaron a las nuevas autoridades-se había enterado de la decisión la tarde avinagrada de la víspera, con el aviso de que no podría intervenir más en el nivel secundario que había fundado-
por la Representación Legal del instituto, en el intervalo salió a la mañana helada de un 14 de julio. Había tomado la resolución de autoexiliarse y de seguir soñando con dormir en cama con sábanas y de ser gente, mientras se decía necesito a mi compañero que sienta sobre todo lo que yo siento.
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