domingo, 12 de mayo de 2013

Comida para un hambriento

Si para mí hay una palabra talismán (muchas no hay), es la palabra trabajo, trabajador: la religión privada de mi papá, imprimida a fuego a través de los días, de los años cual pluma al pájaro. Cantar no era muy propiciado por él y menos como la  cigarra. Su testimonio fue vivir la mística del trabajo, no como jaula si no como maravilla, señal, viento y marea...poder de la libertad humana. Era un decirle sí al hombre cada mañana, un llamamiento a la solidaridad. Anverso y reverso de la misma moneda, y un no al sometimento que ahoga y deja triste y solitario. Junto a él no había dos olitas para ahogarse, quizás un mundo sin explicación, para quienes nada tenemos, aunque todo lo poseemos.Sostuvo la tierra con su anhelo y nos lanzó con dos piernas a la historia.


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