sábado, 31 de agosto de 2013

La fragmentación que supimos conseguir

En la cartografía escolar aparecen diferentes mundos marcados con distintas fronteras, puentes, redes y un sin fin de perspectivas múltiples y a veces agobiantes.
Algunos argumentos nos dicen que la globalización es sinónimo de progreso de la humanidad, en una carrera sin límites entre la información, la tecnología, la cultura sin frontera y el fin de las ideologías. En esta perspectiva del consumo, la red virtual sólo puede traer felicidad y beneficio quienes pueden comprar.
La realidad demuestra que la globalización de los mercados financieros, unida al progreso de las TICs, asegura una movilidad indiscutible: la del capital. América Latina sufre relegada a un papel donde sólo llega el asistencialismo, cuando llega, Y el costo de la vida sube y sube el valor de la vida baja y baja.
Este orden económico se sostiene en el cemento sobre el cual se asienta toda sociedad: el desempleo estructural. Así se precarizan las relaciones del empleo formal y enormes colectivos sociales son considerados “pobres”. “marginados” y “excluidos”. Se han roto los lazos sociales y se da espacio a la multiplicación de actitudes individualistas asociados a la aparición de una especie de “darwinismo moral” haciendo culto del triunfados de la lucha de todos contra todos y de la ausencia de valores como norma de comportamiento humano.
Las dos últimas décadas del siglo XX significaron una ruptura con el pasado y una ruptura de vínculos entre generaciones. Se propone una forma de existencia de simples huéspedes en éste nuestro planeta, no de actores comprometidos con su tiempo y lugar natal.



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