lunes, 20 de octubre de 2014

Todas las escuelas, la escuela

VIII
Cada amanecer siento venir los pedazos de mosaico que me tira el último sueño. Con la distancia la escuela se decanta y la última imagen es la de acomodar la frazada en los pies y en las esquinas del colchón para que no se destape quien está descansando o dormido, así con innumerables camas de plaza y media en espacios embaldosados y con muy buena ventilación, entonces me doy cuenta, ya despierta de que la escuela que yo viví vino después y que es ésta de dar y recibir las cosas así natural y que no me dio otra cosa que la vida entera y este borde de no querer medir a todos con la misma vara  pero tampoco abrir la puerta de par en par a las necesidades individuales. Mi cuerpo más alto y más sano que ahora, no arrulla mi temblor estremecido.

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