domingo, 11 de agosto de 2013

Fragmentos

Un niño pobre retando con el pulgar levantado y muy cerca de su cabeza, al caballo de un carro-cartonero, el matungo aguantaba de pie el sermón dominical con las orejas gachas,
otro niñito enfermo cantaba, mientras le cuidaba la puerta del baño a su mamá,: "soretín, tin,tin /yo te espero/
cuándo vas a salir/yo me quiero ir ",
y cuando atravesaba la puerta de radio terapia con el brazo en alto y la mano en puño y su cabeza desnuda
proclamaba a los vientos de todas las mareas: ¡me voy de acá!, cada uno de los que todavía aguardábamos musitábamos:¡maestro, te seguimos!,
otras tardes confluían ríos de amor y gloria con quienes se despedían, para nunca más volver, eso solo Dios, amor de mi gloria, lo sabría,
una medianoche de un jueves de agosto, al terminar la quimio llega una enfermera de la clínica y me sorprende con un: me va a disculpar, Gladys, pero tiene que aceptar esta bufanda que teje mi mamá.
Así volví a casa como el trigo molido vulnerado  agotado  trillado  con una cálida bufanda con hermosas flores rojas que olían a campanas...

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