En la cartografía escolar aparecen diferentes mundos marcados con distintas fronteras, puentes, redes y un sin fin de perspectivas múltiples y a veces agobiantes.
Algunos argumentos nos dicen que la globalización es sinónimo de progreso
de la humanidad, en una carrera sin límites entre la información, la
tecnología, la cultura sin frontera y el fin de las ideologías. En esta
perspectiva del consumo, la red virtual sólo puede traer felicidad y beneficio
quienes pueden comprar.
La realidad demuestra que la globalización de los mercados financieros,
unida al progreso de las TICs, asegura una movilidad indiscutible: la del
capital. América Latina sufre relegada a un papel donde sólo llega el
asistencialismo, cuando llega, Y el costo de la vida sube y sube el valor de la
vida baja y baja.
Este orden económico se sostiene en el cemento sobre el cual se asienta
toda sociedad: el desempleo estructural. Así se precarizan las relaciones del
empleo formal y enormes colectivos sociales son considerados “pobres”.
“marginados” y “excluidos”. Se han roto los lazos sociales y se da espacio a la
multiplicación de actitudes individualistas asociados a la aparición de una especie
de “darwinismo moral” haciendo culto del triunfados de la lucha de todos contra
todos y de la ausencia de valores como norma de comportamiento humano.
Las dos últimas décadas del siglo XX significaron una ruptura con el
pasado y una ruptura de vínculos entre generaciones. Se propone una forma de
existencia de simples huéspedes en éste nuestro planeta, no de actores
comprometidos con su tiempo y lugar natal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario