lunes, 14 de enero de 2013

A modo de manifiesto

Decálogo personal, para este año 2013, provisorio, incompleto, precario, pero mío...

Uno.  Abomino la humillación del otro por el otro.
Dos. Amo las epifanías de los adioses, de los puntos de vista, de las grandes o cotidianas epopeyas.
Tres. Grito con fuerza que existe la esperanza, que los sueños existen, que no han muerto las utopías.
Cuatro. Siembro junto con mis hermanos latinoamericanos una educación viva, para todos y de todos, que se mueve, cambia, avanza y retrocede... pero no muere nunca. (En homenaje a nuestro menino conectivo Paulo Freire).
Cinco. Pido adentrarme en el misterio de Jesús sediento en los pobres y abandonados de este mundo.
Seis. Quiero a mi patria, aunque a veces me sienta como una exiliada que sufre por ver a su país en estado de liquidación.
Siete. Creo en el arte que descubre caminos nunca metas.
Ocho. Adhiero a la rebeldía de los niños y de los ángeles porque la rebelión no es posible sin la inocencia.
Nueve. Me esfuerzo por colocar una "y" donde comúnmente encuentro una "o", reconciliando los opuestos, sin discriminar.
Diez. Creo firmemente en la fuerza del Espíritu que me enseña  a decir Amén cada día, junto con María, la llena de gracia,  por Dios bendecida.

En este decálogo están  las tramas de mi cuerpo, mis marcas culturales, los sueños rotos pero no inútiles, las nostalgias de mis cielos, la memoria de quienes pasaron por mí y las nuevas tramas, éstas que estoy aprendiendo a escribirlas...

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