lunes, 15 de septiembre de 2014

Historias mínimas

IV
Ella escribe cartas porque descubrió que se puede escribir como se habla. Así lo hace con su lenguaje llano, sencillo, un poco arcaico quizás en las formas de encabezamiento, despedidas, tratamiento del interlocutor, sobre todo cuando son destinatarios relevantes. En la escritura se sostiene con su letra sin inclinaciones y redondeada con esmero. Le presta su voz a las voces silencidas de su congregación religiosa, anuncia y denuncia con valentía la maquinaria espantosa de dominación y exclusión de la que son objeto, grita a los cuatro vientos sin saber que el poder las volvió invisibles y también inaudibles. No da ni pide cuartel, sus cartas llenas de belleza y espanto no son la sal de la tierra, su palabra heroica como múltiples hilitos de sangre anda buscando una visión tan de lo alto que los hombres en la distorsión de la luz artificial no pueden ver. Acá la hermana no encuentra un lugar donde estar a salvo. Me golpea fuerte que la escritura sea su resistencia. Por eso hermana cuando te leo en silencio, mi silencio esperanzado está lleno de admiración.

V

mi historia desciende al bajo fondo
de una vida disuelta en el deber ser
así ando perdida sin poder volver
solo me recobro cuando me puedo leer
pero solo distingo algunas hebras,
una que otra manía,
y un montón de desamparados del mundo
que me sonríen
como mis más prehistóricos
antepasados
qué hacer con ellos
dónde meterlos
ay, vida
se te ven los hilos
al contraluz

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