de aquella escuela nada más queda
solo las almas ligeras de quienes formábamos, en fila, tomando distancia hasta el cuerpo de adelante
cuanta ilusión
nos encontrábamos en esa mágica rayuela
y cada corazón decía oh, oh, esplendor
qué alegría en este lugar todavía
somos vos y yo
la tierra y el cielo.
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