VI
Nos pusimos la casa al hombro, buscábamos mi compañero y yo ir como dice el CHE : por la libre, nos fuimos a vivir a Necochea y también viajamos como nuestros ancestros, pero hacia adentro de nuestro país, al sur. Así nos desgarramos con la partida hasta aquel sueño dorado de tener el trabajo y la vivienda en la playa, cerca del mar. La posibilidad se cruzó más temprano que tarde, y Necochea fue nuestro París, un lugar donde queríamos estar, un trabajo prestigioso, un colegio alemán... Pero ese tiempo dejó de existir y hoy vivir, vivimos en San Miguel y la desesperación por construir con los jóvenes nos la brindó José C. Paz y todos los de nuestro oficio -docentes de treinta años atrás- creíamos que podíamos hacer algo. Pisamos tierra allí y descubrimos que había jóvenes que luchaban por los otros, que los chicos están vivos, resistiendo a las injusticias, haciendo, modificando esta realidad cuyas piezas rechinan para llegar hasta donde podíamos y no terminar en la derrota. Por eso ahora que realizo un ejercicio cotidiano de supervivencia se me da por sentir que el IGP era una fiesta.
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