domingo, 30 de marzo de 2014

Tarea inútil

Cuando intento recuperar la imagen total, ésa la de todos los días de la escuela amada, cuando quiero unir, integrar los fragmentos de los saludos tropicales, las conmemoraciones de los homínidos, los alumnitos y los mayores, las estrellas viejas, los robots, la conciencia colectiva de ciertos momentos mágicos, los mediodías calurosos ya desde la formación de bienvenida, los colmillos pidiendo sangre, de las caras cambiadas y mudas, de algunas palabras ya domesticadas sin piedad,de los vestidos ocultos debajo del uniforme reglamentario o el chicle pertinaz, los fósiles indefectiblemente con la misma planificación todos los años del Señor, de los bellos ojos sin responsabilidad alguna, de los sobrevivientes que combatían en lugar de unirse a sus próximos, de los paraísos sin perspectiva, de infinitas piezas cósmicas,  desisto por cansancio, me gana la imposibilidad de contemplar  este universo lleno de hoyos negros y de hoyos blancos. Coincido, ahora recién lo descubro, con el físico David Bohon, que es pretender ensamblar los trozos de un espejo roto y esperar hallar un reflejo fiel. Pero como soy tozuda, no me acostumbro y persigo infatigablemente esa bandada esquiva que mi memoria no logra atrapar o quizás porque después de tanto tiempo de no conformarme con lo que parece no me resigno a renunciar a esta bandera de un solo corazón, también.

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